La
Historia de la arquitectura es una subdivisión de la historia del arte encargada del estudio de la evolución histórica de la arquitectura, sus principios, ideas y realizaciones. Esta disciplina, así como cualquier otra forma de conocimiento histórico, está sujeta a las limitaciones y fortalezas de la historia como ciencia: existen diversas perspectivas en relación a su estudio, la mayor parte de las cuales son occidentales.
En la mayoría de los casos -aunque no siempre- los periodos estudiados corren paralelos a los de la Historia del arte y existen momentos en que las estéticas se sobreponen o se confunden. No es de extrañar que una estética vanguardista en las artes plásticas aún no haya encontrado su representación en la arquitectura y viceversa.
Historia de la arquitectura occidental
Las primeras grandes obras de arquitectura remontan a la
antigüedad, pero es posible trazar los orígenes del pensamiento arquitectónico en periodos
prehistóricos, cuando fueron erigidas las primeras
construcciones humanas.
Prehistoria
Stonehenge, el monumento prehistórico más conocido
Durante la prehistoria surgen los primeros monumentos y el hombre comienza a dominar la técnica de trabajar la piedra.
El surgimiento de la arquitectura está asociado a la idea de abrigo. El abrigo, como construcción predominante en las sociedades primitivas, será el elemento principal de la organización espacial de diversos pueblos. Este tipo de construcción puede ser observado aún en sociedades no integradas totalmente a la
civilización occidental, tal como los
pueblos amerindios, africanos y aborígenes, entre otros. La presencia del concepto de abrigo en el inconsciente colectivo de estos pueblos es tan fuerte que marcará la cultura de diversas sociedades posteriores: varios teóricos de la arquitectura en momentos diversos de la historia (
Vitruvio en la antigüedad,
Leon Battista Alberti en el Renacimiento, y
Joseph Rykwert más recientemente) evocaron el
mito de la cabaña primitiva. Este mito, con variantes según la fuente, postula que el ser humano recibió de los dioses la sabiduría para la construcción de su abrigo, configurado como una construcción de
madera compuesta por cuatro
paredes y un
tejado de dos aguas.
Antigüedad
A medida que las comunidades humanas evolucionaban y aumentaban, presionadas por las amenazas bélicas constantes, la primera modalidad arquitectónica en desarrollarse fue esencialmente la
militar. En ese periodo surgieron las primeras
ciudades cuya configuración estaba limitada por la existencia de
murallas y por la protección de amenazas exteriores.
La segunda tipología desarrollada fue la
arquitectura religiosa. La
humanidad se confrontaba con un mundo poblado de
dioses vivos,
genios y
demonios: un mundo que aún no conocía ninguna
objetividad científica. El modo en que los individuos lidiaban con la transformación de su
ambiente inmediato estaba por entonces muy influenciado por las creencias religiosas. Muchos aspectos de la vida cotidiana estaban basados el respeto o en la adoración a lo
divino y lo
sobrenatural. El poder divino, por lo tanto, era equivalente (o aún superaba) el poder secular, haciendo que los principales edificios dentro de las ciudades fueran los
palacios y los
templos. Esta importancia de los edificios hacía que la figura del
arquitecto estuviera asociada a los
sacerdotes (como en el
Antiguo Egipto) o a los propios gobernantes y que la ejecución fuera acompañada por diversos rituales que simbolizaban el contacto del hombre con lo divino.
Las ciudades marcaban una interrupción de la
naturaleza salvaje, eran consideradas un espacio sagrado en medio del espacio natural. De la misma forma, los templos dentro de las ciudades marcaban la vida de los dioses en medio del ambiente humano.
Las necesidades de infraestructura de aquellas primeras ciudades también hicieron necesario el progreso técnico de las
obras de ingeniería.
Divisiones
Antigüedad clásica
Templo de Hefesto en
Atenas: arquitectura clásica griega
La arquitectura y el
urbanismo practicados por los
griegos y
romanos se distinguía claramente de la de los egipcios y
babilonios en la medida en que la vida civil pasaba a tener más importancia. La
ciudad se convierte en el elemento principal de la vida política y social de estos pueblos: los griegos se desarrollaron en
ciudades estado y el
Imperio romano surgió de una única ciudad. El arquitecto griego
Hipódamo de Mileto es considerado el primer
urbanista de la historia. El ejemplo más conocido de este tipo de arquitectura corresponde a
Apolodoro de Damasco.
Durante los periodos y civilizaciones anteriores, los asuntos religiosos eran ellos mismos el motivo y el mantenimiento del orden establecido; en el periodo
grecorromano el misterio religioso traspasó los límites del templo-palacio y se hizo asunto de los ciudadanos (o de la
polis): surge ahí la palabra
política, absolutamente relacionada a la idea de
ciudad.
Mientras los pueblos anteriores desarrollaron sólo las arquitecturas militar, religiosa y residencial, los griegos y romanos fueron responsables del desarrollo de espacios propios a la manifestación ciudadana y de los quehaceres cotidianos: el
ágora griega se definía como un gran espacio libre público destinado a la realización de asambleas, rodeado por templos, mercados y edificios públicos. El
espacio del ágora se convirtió en un símbolo de la nueva visión de mundo, que incluía el respeto a los intereses comunes, e incentivador del debate entre ciudadanos, en lugar del antiguo orden despótico.
Los asuntos religiosos aún poseían un papel fundamental en la vida mundana, pero ahora fueron incorporados a los espacios públicos de la pólis. Los rituales populares eran realizados en espacios construidos para tal fin, en especial la
acrópolis. Cada lugar poseía su propia naturaleza (
Genius Locci), insertados en un mundo que convivía con el
mito: los templos pasaron a ser construidos en la cima de las colinas (creando un marco visual en la ciudad baja y posibilitando un refugio a la población en tiempos de guerra) para estar más cerca de los cielos.
[editar] Divisiones
Edad Media
Espacio arquitectónico gótico
Los principales hechos que influyeron la producción arquitectónica
medieval fueron el enrarecimiento de la vida en las ciudades (con la consecuente
ruralización y
feudalización de
Europa) y la hegemonía en todos los órdenes de la
Iglesia Católica. A medida que el poder secular se sometía al poder
papal, pasaba a ser la Iglesia la que aportaba el capital necesario para el desarrollo de las grandes obras arquitectónicas. La
tecnología del periodo se desarrolló principalmente en la construcción de las
catedrales, estando el conocimiento arquitectónico bajo el control de los
gremios.
Durante prácticamente todo el periodo medieval, la figura del arquitecto (como creador solitario del espacio arquitectónico y de la construcción) no existe. La construcción de las catedrales, principal esfuerzo constructivo de la época, es acompañada por toda la población y se inserta en la vida de la comunidad a su alrededor. El conocimiento constructivo es guardado por los gremios, que reunían decenas de maestros y obreros (los arquitectos de hecho) que conducían la ejecución de las obras pero también las elaboraban. Es el origen de las asociaciones que terminarán conociéndose como
masonería (masón = albañil).
La
Cristiandad definió una nueva
visión del mundo, que no sólo sometía los deseos humanos a los designios divinos, sino que esperaba que el individuo buscara lo divino. En un primer momento, y debido a las limitaciones técnicas, la concepción del espacio arquitectónico de los templos se vuelve hacia adentro, según un eje que incita al recogimiento. Más tarde, con el desarrollo de la
arquitectura gótica, se busca alcanzar los cielos a través de la inducción de la
perspectiva hacia lo alto.
Estilos medievales
Edad Moderna
Con el fin de la Edad Media la estructura de poder europea se modifica radicalmente. Comienzan a surgir los
estados nación y, a pesar de la aún fuerte influencia de la Iglesia Católica, el poder secular vuelve al poder, especialmente con las crisis recurrentes de la
Reforma Protestante.
El
Renacimiento abrió la
Edad Moderna, rechazando la estética y cultura medieval y proponiendo una nueva posición del hombre ante el
Universo: el
Antropocentrismo frente al
Teocentrismo medieval. Antiguos tratados arquitectónicos romanos son redescubiertos por los nuevos arquitectos, influenciando profundamente la nueva arquitectura. La relativa libertad de investigación científica que se obtuvo llevó al avance de las técnicas constructivas, permitiendo nuevas experiencias y la concepción de nuevos espacios.
Algunas regiones
italianas, en especial
Florencia, debido al control de las rutas comerciales que llevaban a
Constantinopla, se convierten en grandes potencias mundiales y es allí dónde se desarrollaron las condiciones para la creación del
arte renacentista.
Renacimiento
Vistas de Florencia, uno de los centros del Renacimiento
El espíritu renacentista evoca las cualidades intrínsecas del
ser humano. La
idea de progreso del hombre - científico, espiritual, social - se hace un objetivo importante para el periodo. La
antigüedad clásica redescubierta y el
humanismo surgen como una guía para la nueva visión de mundo que se manifiesta en los artistas del periodo.
La cultura renacentista se muestra
multidisciplinar e
interdisciplinar. Lo que importa al hombre renacentista es el culto al
conocimiento y a la
razón, no habiendo para él separación entre las
ciencias y las
artes. Tal cultura se mostró un campo fértil para el desarrollo de la arquitectura.
La arquitectura renacentista se mostró
clásica, pero no se pretendió ser
neoclásica. Con el descubrimiento de los antiguos tratados (incompletos) de la arquitectura clásica (de entre los cuales, el más importante fue
De Architectura de
Vitruvio, base para el tratado
De re aedificatoria de Alberti), se dio margen a una nueva interpretación de aquella arquitectura y su aplicación a los nuevos tiempos. Conocimientos obtenidos durante el periodo medieval (como el control de las diferentes
cúpulas y
arcadas) fueron aplicados de formas nuevas, incorporando los elementos del lenguaje clásico.
El descubrimiento de la
perspectiva es un aspecto importante para entender el periodo (especialmente la
perspectiva cónica): la idea de
infinito relacionada con el concepto del
punto de fuga, fue profusamente utilizada como herramienta escénica en la concepción espacial de aquellos arquitectos. La perspectiva representó una nueva forma de entender el espacio como algo
universal, comprensible y controlable mediante la razón. El
dibujo se hizo el principal medio de
diseño y es así como surge la figura del arquitecto singular (diferente de la concepción colectiva de los
maestros de obra medievales). Los nuevos métodos de diseñar los proyectos influyeron en la concepción espacial de los edificios, en el sentido en que las percepciones visuales podían ser controladas y enfatizadas desde puntos de vista específicos. El poder representar fielmente la realidad mediante la perspectiva, no se limitó a sólo
describir las experiencias conocidas, sino también a anticiparlas posibilitando proyectar imágenes de características realistas.
Entre los principales arquitectos del Renacimiento se incluyen
Vignola,
Alberti,
Brunelleschi y
Miguel Ángel.
Manierismo
Con la evolución del Renacimiento y el constante estudio y aplicación de los ideales clásicos, comienza a surgir entre los artistas del periodo un sentimiento
anticlásico, aunque sus obras continuaran siendo en esencia predominantemente clásicas. En este momento surge el manierismo.
Los arquitectos manieristas (que rigurosamente pueden continuar siendo llamados renacentistas) se apropian de las formas clásicas pero comienzan a deconstruir sus ideales. Algunos elementos del manierismo:
- son constantes las referencias visuales en espacios internos a los elementos típicos de la composición de espacios externos: ventanas que se vuelven para dentro, tratamiento de escaleras externas en alas interiores de edificios, etc.
- el ya consagrado dominio de la perspectiva permite experimentos diversos que huyen al espacio perspectivo de los periodos anteriores.
Miguel Ángel es uno de los arquitectos renacentistas que pueden ser llamados manieristas.
Siglos XVII y XVIII
Los siglos siguientes al Renacimiento asistieron a un proceso cíclico de constante alejamiento y aproximación del ideario clásico. El
Barroco, en un primer momento, potencia el descontento del Manierismo por las normas clásicas y propicia la génesis de un tipo de arquitectura inédita, aunque frecuentemente posea conexiones formales con el pasado. De la misma forma que el Barroco representó una reacción al Renacimiento, el
Neoclásico, más tarde, constituirá una reacción al Barroco y a la recuperación del ideario clásico. Este periodo de dos siglos, por lo tanto, será marcado por un ciclo de dudas y certezas acerca de la validez de las ideas clásicas.
Arquitectura barroca
La ostentación formal de los espacios del Barroco y del
Rococó El Barroco surge en el escenario artístico europeo en dos contextos muy claros durante el
siglo XVII: de entrada había la sensación de que, con el avance científico representado por el Renacimiento, el
Clasicismo, aunque hubiera ayudado en este progreso, no estaba en condiciones de ofrecer todas las respuestas necesarias a la dudas del hombre. El
Universo ya no era el mismo, el mundo se había expandido y el individuo quería experimentar un nuevo tipo de contacto con lo divino y lo metafísico. Las formas lujuriantes del Barroco, su espacio
elíptico, definitivamente antieuclidiano, fueron una respuesta a estas necesidades.
El segundo contexto es la
Contrarreforma promovida por la
Iglesia Católica. Con el avance del protestantismo, el antiguo orden cristiano romano (que, en cierto sentido, había incentivado el advenimiento del mundo renacentista) estaba siendo suplantado por nuevas visiones de mundo y nuevas actitudes ante lo Sagrado. La Iglesia sintió la necesidad de renovarse para no perder los fieles y vio en la promoción de una nueva estética la oportunidad de identificarse con este nuevo mundo. Las formas del barroco fueron promovidas por la institución en todo el mundo (especialmente en las
colonias recién descubiertas), haciéndolo el
estilo católico, por excelencia.
Arquitectura neoclásica
A finales del
siglo XVIII e inicios del
XIX,
Europa asistió a un gran avance tecnológico, resultado directo de los primeros momentos de la
Revolución industrial y de la cultura de la
Ilustración. Fueron descubiertas nuevas posibilidades constructivas y estructurales, de forma que los antiguos materiales (cómo la
piedra y la
madera) pasaron a ser sustituidos gradualmente por el
hormigón (y más tarde por el
hormigón armado) y por el
metal.
Paralelamente, profundamente influenciados por el contexto cultural de la
Ilustración europea, los arquitectos del
siglo XVIII pasaron a rechazar la religiosidad intensa de la estética anterior y la exageración lujuriante del Barroco. Se buscaba una síntesis espacial y formal más racional y objetiva, pero aún no se tenía una idea clara de cómo aplicar las nuevas tecnologías en una nueva arquitectura. Insertados en el contexto del
Neoclasicismo en las artes, aquellos arquitectos vuelcan en la arquitectura para los nuevos tiempos el ideal clásico.
El Neoclasicismo no pretendió, de hecho, un estilo nuevo (diferente del arte clásico renacentista). Era mucho más una reinterpretación del repertorio formal clásico y menos una experimentación de esta formas, teniendo como gran diferencia la aplicación de las nuevas tecnologías.
Estilos
Edad Contemporánea
La arquitectura que surge con la
Edad Contemporánea irá, en mayor o menor grado, a reflejar los avances tecnológicos y las paradojas socioculturales generadas por el advenimiento de la
Revolución industrial. Las ciudades pasan a crecer de modo desconocido anteriormente y nuevas demandas sociales relativas al control del espacio urbano deben ser respondidas por el Estado, lo que acabará llevando al surgimiento del
urbanismo como disciplina académica. El papel de la arquitectura (y del arquitecto) será constantemente cuestionado y nuevos paradigmas surgen: algunos críticos alegan que surge una crisis en la producción arquitectónica que permea todo el
siglo XIX y solamente será resuelta con la llegada de la
arquitectura moderna.
Siglo XIX
El
Parlamento inglés es una de las obras más conocidas de la arquitectura neogótica inglesa
Todo el siglo XIX asistirá a una serie de crisis estéticas que se traducen en los movimientos llamados
historicistas: bien por el hecho de que las innovaciones tecnológicas no encuentren en aquella contemporaneidad una manifestación formal adecuada, bien por diversas razones culturales y contextos específicos, los arquitectos del periodo veían en la copia de la arquitectura del pasado y en el estudio de sus
cánones y tratados un lenguaje estético legítimo.
El primero de estos movimientos fue el ya citado Neoclásico, pero también va a manifestarse en la
arquitectura neogótica inglesa, profundamente asociada a los ideales
románticos nacionalistas. Los esfuerzos historicistas que tuvieron lugar principalmente en
Alemania,
Francia e
Inglaterra por razones ideológicas, vendrían más tarde a transformarse en un mero conjunto de repertorios formales y tipológicos diversos, que evolucionarían hacia el
Eclecticismo, considerado por muchos como el más decadente y formalista de entre todos los estilos historicistas.
La primera tentativa de respuesta a la cuestión
tradición x industrialización (o entre las
artes y los oficios) se dio con el pensamiento de los románticos
John Ruskin y
William Morris, proponentes de un movimiento estético que fue conocido justamente con el nombre de
Arts & Crafts (cuya traducción literal es "artes y oficios"). El movimiento propuso la investigación formal aplicada a las nuevas posibilidades industriales, viendo en el
artesano una figura a destacar: para ellos, el artesano no debería extinguirse a causa de la
industria, sino hacerse su agente transformador, su principal elemento de producción. Con la disolución de sus ideales y la dispersión de sus defensores, las ideas del movimiento evolucionaron, en el contexto francés, hacia la estética del
Art nouveau, considerado el último estilo del siglo XIX y el primero del
siglo XX.
Estilos
Siglo XX: arquitectura "moderna" y "contemporánea"
La arquitectura moderna de la Bauhaus
Tras las primeras décadas del
siglo XX se hizo muy clara una distinción entre los arquitectos que estaban más próximos de las
vanguardias artísticas en curso en Europa y aquellos que practicaban una arquitectura conectada a la tradición (en general de características historicistas, típica del eclecticismo). Aunque estas dos corrientes estuvieran, en un primer momento, llenas de matices y medios términos, con la actividad "revolucionaria" propuesta por determinados artistas, y principalmente con la actuación de los arquitectos conectados a la fundación de la
Bauhaus en Alemania, con la
Vanguardia rusa en la
Unión Soviética y con el nuevo pensamiento arquitectónico propuesto por
Frank Lloyd Wright en los
EEUU, la diferencia entre ellas queda nítida y el debate arquitectónico se transforma, de hecho, en un escenario poblado de partidos y movimientos caracterizados.
La renovación estética propuesta por las vanguardias (especialmente por el
cubismo, el
neoplasticismo, el
constructivismo y la
abstracción) en el campo de las artes plásticas, se abre el camino para una aceptación más natural de las propuestas de los nuevos pensamientos arquitectónicos. Estas propuestas se basaban en la creencia en una sociedad regulada por la
industria, en la cual la
máquina surge como un elemento absolutamente integrado en la vida humana y en la cual la
naturaleza no está sólo dominada, sino que también se proponen nuevas realidades distintas de la natural.
De una forma general, las nuevas teorías que se discuten acerca del Arte y del papel del artista ven en la industria (y en la
sociedad industrial cómo uno todo) la manifestación máxima de todo el trabajo artístico: artificial, racional, preciso, finalmente,
moderno. La idea de
modernidad surge como un ideario conectado a la una nueva sociedad, compuesta por individuos formados por un nuevo tipo de educación estética, gozando de nuevas relaciones sociales, en la cual las desigualdades fueron superadas por la neutralidad de la
razón. Este conjunto de ideas ve en la arquitectura la síntesis de todas las artes, visto que es ella quienes define y da lugar a los acontecimientos de la vida cotidiana. Siendo así, el campo de la arquitectura abarca todo el ambiente habitable, desde los utensilios de uso doméstico hasta toda la ciudad: para el arte moderno, no existe más la cuestión
artes aplicados x artes mayores (todas ellas están integradas en un mismo ambiente de vida).
La denominada
arquitectura moderna o
movimiento moderno será, por lo tanto, caracterizada por un fuerte discurso social y estético de renovación del ambiente de vida del hombre contemporáneo. Este ideario está formalizado con la fundación y evolución de la escuela alemana Bauhaus: de ella salen los principales nombres de esta arquitectura. La búsqueda de una nueva sociedad, naturalmente moderna, era entendida como universal: de esta manera, la arquitectura influida por la Bauhaus se caracterizó como algo considerado
internacional (de ahí la corriente de pensamiento asociada a ella es llamada
Estilo Internacional, título que viene de una exposición promovida en el
MoMA de
Nueva York).
La segunda mitad del siglo
La arquitectura practicada en las últimas décadas, desde la segunda mitad del siglo XX, viene caracterizada, de forma general, como una reacción a las propuestas del
movimiento moderno : una veces los arquitectos actuales releen los valores modernos y proponen nuevas concepciones estéticas (lo que eventualmente se caracterizará como una actitud llamada "
neomoderna"); otras proponen proyectos de mundo radicalmente nuevos, buscando presentar proyectos que, ellos mismos, sean paradigmas antimodernistas, conscientemente despreciando los criticados dogmas del modernismo.
Las primeras reacciones negativas a la excesiva dogmatización que la arquitectura moderna propuso a inicios del siglo XX, surgieron, de una forma sistémica y rigurosa, alrededor de la
década de 1970, teniendo en nombres como
Aldo Rossi y
Robert Venturi sus principales exponentes (aunque teóricos cómo
Jane Jacobs hayan promovido críticas intensas, aunque aisladas, a la visión de mundo del Movimiento Moderno ya en los años 50, especialmente en el campo del Urbanismo).
La crítica antimoderna, que en un primer momento se restringió a especulaciones de orden teórico académicas, inmediatamente ganó experiencia práctica. Estos primeros proyectos están conectados de forma general a la idea de la revitalización del "referente histórico", colocando explícitamente en jaque los valores antihistoricistas del Movimiento.
Durante la
década de 1980 la revisión del espacio moderno evolucionó hacia su total deconstrucción, a partir de estudios influidos especialmente por corrientes filosóficas como el
Deconstructivismo. A pesar de ser muy criticada, esta línea de pensamiento estético se mantuvo en los estudios teóricos y en la
década de 1990 sedujeron al gran público y se hicieron sinónimo de una
arquitectura de vanguardia. Nombres como
Rem Koolhaas,
Peter Eisenman y
Zaha Hadid están conectados a este movimiento. El arquitecto norteamericano
Frank Gehry, a pesar de estar clasificado en gran media como arquitecto deconstructivista, ha sido criticado por los propios miembros del movimiento.
A pesar de las tentativas de clasificar las varias corrientes de la producción contemporánea, no hay de hecho un grupo pequeño de "movimientos" o "escuelas" que reúna sistemáticamente las varias opciones que ha sido hechas por arquitectos alrededor de todo el mundo.
Sintéticamente, se puede decir que la arquitectura continuamente presentada por los medios especializados como representativa del actual momento histórico (o, por otro lado, como una producción de vanguardia) puede ser resumida en cuatro o cinco grandes bloques, pero ellos no serían la reproducción fiel de la verdadera producción arquitectónica cotidiana, vivida alrededor de todo el mundo.
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